Este texto corresponde al capítulo del libro La Danza del Vacío de Adyashanti. Un libro, que como todos los suyos, recomiendo por su enorme poder inspirador. Adyashanti tiene un cometido: Ayudarnos a despertar. En cada uno de sus libros, nos remueve hasta lo más hondo, para que nos animemos a tomar esa decisión que tanto está anhelando nuestro Ser: Despertar de este sueño profundo de ilusión e irrealidad. Total, si no hay sino esto que soy, ¿porqué seguir empeñándome en confundirme con esta personalidad que he creado? Aquí va pues, el texto:
Profundidad
Nos podemos acercar a la espiritualidad de dos formas. La
primera y más común, a través de un movimiento mental horizontal. Un movimiento
horizontal significa que la mente se mueve hacia delante y atrás recopilando
información. Es como si la mente llegase a una pared totalmente cubierta de
escritos. Esta pared contendría todo tipo de enseñanzas, de prácticas, de
obligaciones y prohibiciones. En general, la mente sólo realiza un movimiento
horizontal por la pared, adquiriendo y acumulando cada vez más información, Se
mueve a derecha e izquierda recopilando información, creencias, teorías etc. ¿Has
conocido alguna vez a alguien que tuviera una mente así? Estas personas llega
hasta los límites más lejanos de la pared: su mente se mueve horizontalmente
recopilando información. Casi todo el mundo realiza este movimiento horizontal
de recopilación de información, ideas, creencias, etc., esperando que pueda
servirles a nivel espiritual. Pero la Verdad no tiene nada que ver con el
conocimiento, sino con el despertar.
A nivel
emocional hacemos lo mismo. Nos movemos por la pared horizontalmente,
recopilando experiencias. Tenemos experiencias mundanas básicas, buenas y
malas, y según avanzamos hacia la espiritualidad empezamos a tener experiencias
espirituales. Al igual que con la mente, nos ponemos a pensar: <>. Lo que conseguiremos serán más
experiencias, lo mismo que sólo conseguimos más conocimiento cuando la mente
realiza movimientos horizontales: no conseguiremos ni libertad, ni Verdad.
Así que la mente, el cuerpo y las emociones participan en
este juego llamado acumulación. Evalúan una pieza de conocimiento conceptual en
relación a otra. <<¿Cómo se compara esto?>> Nos encanta comparar
nuestras experiencias con las de los demás. <<¿Qué has experimentado tú?
Vaya, yo no he experimentado eso sino esto, ¿lo has experimentado tú
también?>> <>
Entonces el cuerpo emocional se pregunta: <<¿Es esto?,
¿es ésta la experiencia correcta? ¿Estoy teniendo la experiencia? ¿Por qué no tengo la experiencia?>>, El cuerpo-mente recopila más deberes, más
técnicas, más de esto, más de lo otro.
La mente y el cuerpo tienden a seguir viejos patrones,
realizando movimientos horizontales, recopilando hechos, enseñanzas, maestros,
creencias y experiencias. Casi todo el mundo vive así: horizontalmente, en vez
de verticalmente. Después incorporan ese movimiento a su vida espiritual. Pero
la acumulación horizontal de conocimientos y experiencias es irrelevante: más
información no equivale a mayor profundidad.
Ahora, en este preciso momento, podrías darte cuenta de que
no vas a conseguir nada de mis palabras; ninguno de los conocimientos
absorbidos y acumulados por tu mente te conducirá a una profundidad mayor.
Ninguno. Cero. Nada. Sólo conseguirás más movimiento horizontal. Sólo obtendrás
más conocimiento. Tal vez quieras eso, tal vez no. Pero en cuanto te des cuenta de las limitaciones de
la mente, ésta se disolverá, pues tendrá que hacer muchas menos cosas.
Cuando sobrepases la pared del conocimiento encontrarás una
invitación a un estado trascendente que supera los límites de la mente; no es
ningún estado regresivo previo al funcionamiento de la mente. La espiritualidad
consiste en eso. En ir más allá de los límites de la mente.
Imagina que estás frente a una pared. Casualmente tiene una
puerta. La abres y atraviesas la pared. Si quieres conseguir mayor profundidad,
tendrás que renunciar a la pared que has dejado atrás. Si retrocedes, te
agarras a la pared con una mano e intentas caminar con los pies, no llegarás
muy lejos. Si quieres conseguir verdadera profundidad, profundidad
trascendental, tendrás que tomar la decisión de relajar la mente. La mente
dice: <>. Empezará a hacerse un montón de preguntas. <<¿Esto es
seguro? ¿Es sabio? ¿Voy a hacer alguna estupidez?>> Como si toda la
sabiduría estuviese contenida en nuestra colección de conocimientos.
Normalmente la gente se siente muy segura a nivel mental y psicológico cuando
atraviesa del todo su acumulación de conocimientos.
La mente no
es capaz de comprender que puede haber una inteligencia verdadera, una
inteligencia trascendente, que no resulte del pensamiento ni de la comprensión
conceptual. No comprende que la sabiduría puede no aparecer en forma de
pensamientos, de conocimientos adquiridos y acumulados.
La urgencia o el anhelo verdaderamente espiritual suele ser
una invitación a ir más allá de la mente. De ahí que se haya dicho siempre que
para llegar a Dios hay que ir desnudo. Es igual para todo el mundo. O entras
libre de conocimientos acumulados o no podrás entrar nunca. Por tanto, una
mente inteligente comprende sus propias limitaciones y, entonces, eso es algo
hermoso.
Cuando dejas de aferrarte a todo el conocimiento empiezas a
entrar en otro estado del ser. Comienzas a moverte en otra dimensión. En esa
dimensión la experiencia interna se aquieta mucho. Aunque la mente siga parloteando
en el fondo, ya no molestará a la conciencia. No tendrás la necesidad de
detenerla. Tu atención atraviesa esa pared de conocimiento y pasa a un estado
muy tranquilo.
En esta tranquilidad te darás cuenta de que no sabes nada,
pues no estarás buscando en la mente el conocimiento adquirido. Esta
tranquilidad es un misterio para la mente. Es algo desconocido. Cuando aumentes
la profundidad entrarás, literalmente, en una experiencia más profunda de lo
que parece un gran misterio. Es posible que la mente quiera entrar, pretenda
saber lo que está ocurriendo y se ponga a definirlo todo, pero así no obtendrás
mayor profundidad. El misterio seguirá desvelándose si se lo permites: si dejas
de controlar.
Cuando dejas atrás el conocimiento adquirido, te das cuenta
de que te quedas sin tu sensación habitual del yo. Ese yo existía únicamente en
la acumulación de conocimientos y experiencias. Cuando dejas todo atrás ocurre
algo muy interesante porque, literalmente, te desprendes de tus recuerdos.
Dejas atrás lo que creías ser, las cosas en las que creías, la idea que tenías
de tus padres y de todas las otras cosas que pensabas. El ayer desaparece.
Entonces comienzas a notar algo muy interesante: eres capaz de dejar atrás todo
eso y, sin embargo, sigues siendo,
estás aquí mismo en este momento. De este modo, lo que eres adquiere aún más
misterio.
Cuando te das cuenta de que puedes abandonar cualquier
definición de ti mismo y sigues siendo,
empiezas a ver que estos pensamientos tal vez no sean lo que tú eres. Es decir,
¿quién eres cuando no te estás pensando a ti mismo en la existencia? ¿Quién
eres cuando abandonas todos los pensamientos, incluso los que se supone que no
debes cuestionar, como: <>? Empiezas a ver que cuando no te
piensas a ti mismo en la existencia, lo que crees ser deja de estar ahí,
literalmente. Si este <> puede desaparecer de esa forma para
volver a existir tan pronto como quieras, ¿es real?
En ese
momento de comprensión habrás empezado a ir más allá de la pared de
conocimientos acumulados. Después, si no redefines este momento ni lo
empaquetas en ningún concepto, volviendo a pensarte en la existencia, tu
verdadero estado empezará a hacerse presente. El verdadero Yo soy está increíblemente vacío. Está libre de todo lo que creías
ser. No tiene límites. No tiene definiciones. Ninguna definición podría valer
para definir lo que eres. Lo único que queda es conciencia, y ni siquiera, pues
eso no es más que una palabra.
Cuando veas lo que en verdad eres, no podrás aplicarle
ningún concepto nunca más. Estarás tan vacío que sólo habrá
conciencia. No existirá ningún niño interior ni ningún adulto. Ninguna de tus
identidades existirá a no ser que tú pienses que existe. La conciencia podrá
seguir mirando y viendo que el cuerpo existe, pero eso no le generará problemas
a nadie. El problema es lo que añades después en la mente.
Este vacío te permitirá empezar a degustar la experiencia
del ser. El ser antes de que fuera algo
o alguien. Y este milagro del ser es lo que está vivo y despierto, Es lo único
que no necesita de la mente para existir. Para ser esta conciencia no necesitas
pensar nada. Todo lo que hay en ti cambia, excepto esta conciencia. El cuerpo
cambia. La mente cambia. Los pensamientos cambian, y mucho más rápido de lo que
nos gustaría. La cantidad de conocimiento adquirido no importa, pues ese
conocimiento no te traerá aquí más
rápido. El ser es la única constante,
aquello que siempre está
despierto.
Pero si vuelves al conocimiento acumulado de la mente
encontrarás todo tipo de opiniones sobre cómo debería ser tu verdadera
naturaleza, pues habrás leído mucho al respecto y habrás escuchado a muchos
maestros espirituales; además, existe toda una mitología mística en torno a la
Verdad. Cuando te das cuenta de que no es así, te llevas una sorpresa.
Independientemente de lo que creas ser, no eres eso. Aunque tu concepto sea muy
espiritual y místico, tú no eres ese concepto.
Cuando te deshaces del conocimiento acumulado, la identidad
puede pasar del yo al no-yo. Cuando esto ocurre le damos el nombre de despertar
espiritual. Pero esto no significa que no puedas utilizar tu conocimiento. El
conocimiento sigue ahí para cuando lo necesites. Podrás volver a sumergirte en él
cuando quieras usar el ordenador y para otras muchas cosas útiles. No perderás
nada, excepto tu identidad falsa. No te convertirás en un idiota. No olvidarás
cómo se atan los zapatos por haber comprendido que no eres quien creías ser.
Pero a la mente le asusta esto. La mayor barrera para la realización son tus
pensamientos al respecto porque los pensamientos crean imágenes del estado
iluminado y esas imágenes sólo forman parte del conocimiento acumulado.
Independientemente de qué imagen tengas de tu Ser verdadero, esa imagen no será
la Verdad. Cuando puedas ver esto, experimentarás lo que está aquí mismo con
facilidad. Simplemente lo que está aquí mismo: la conciencia eterna, el
espíritu puro.
Cuando comprendas esto en profundidad, no con la mente ni con
la deducción lógica, sino a través de una iluminación directa, todo lo demás se
volverá muy sencillo. Al poner el mundo del conocimiento conceptual en su
sitio, lo trasciendes. Te das cuenta de que eres conciencia eterna bajo la
forma de un hombre o de una mujer, de este personaje o de aquél. Pero como todo buen actor, sabes que no eres
quien pareces ser. Lo único que existe es la conciencia, Dios, el Ser o el
espíritu que se revela a sí mismo. El Buda lo llamó no ser. Cuando lo veas,
verás la Unidad. Sólo existe Dios. Es todo lo que hay: Dios bajo la forma de
superficie, de ser humano, o de silla.
Ningún conocimiento roza lo eterno, lo que en verdad eres,
ninguna afirmación de la Verdad. Ninguna afirmación sobre
cómo llegar ahí es cierta, porque lo que sirve para una persona tal vez no le
sirva a otra. Una mente que quiera encontrar el único camino verdadero no podrá
descubrirlo. Evidentemente, a la mente no le gusta eso. <<¿Acaso no
existe ningún camino verdadero? ¿no podríamos decir nada ni leer nada que al
final fuese cierto? ¿Es que ni siquiera el ser más iluminado puede hablar de la
Verdad?>>
No. Nunca se ha hecho y nunca se hará. Lo único que puedes
hacer es poner un indicador en la pared que diga <>.
Una falsa flecha espiritual señalaría el camino
y diría <aquí>>.
Los indicadores serán más o menos ciertos, pero
independientemente de lo que digan, independientemente de cómo indiquen el
camino, no dirán nada sobre lo que está más allá. Nada. Porque en cuanto estás más allá, en cuanto
eres lo que eres, no sirve nada más. Por eso muchos grandes maestros
espirituales han dicho que no hay que saber nada. Para liberarse, para
iluminarse, no hay que saber absolutamente nada y mientras sepas algo no
estarás iluminado. En cuanto sepas rotundamente que no sabes nada y que no hay
nada que saber, ese estado recibirá el nombre de iluminación, pues el ser es lo
único que existe. Cuando hay unicidad, ¿de quién
hay que saber algo? El Uno sólo sabe: <>.
Éste es un conocimiento realmente despierto. Cualquier otro conocimiento es
secundario.
El conocimiento que se usa para un medio concreto o para un
propósito concreto es estrictamente utilitario. Cuando empiezas a verlo,
dejarás de buscar la Verdad en lo que sabes. A cambio, buscarás la Verdad en lo
que eres, porque cuando descubres lo que eres, también descubres lo que es todo
lo demás. Todo es el Uno. Te das cuenta de que no hay nada que saber y tu
centro de atención se desplaza desde el pensamiento hacia el ser.
La sabiduría trascendental ha entrado en la mente de todo el
mundo. Cuando te devanas lo sesos con un problema durante mucho tiempo y luego
dejas de luchar, por alguna razón, y de pronto obtienes el <<¡ajá, eso
es!>>, ¿dónde surge esto? La sabiduría se ha abierto camino. Podría
tratarse de algo muy pequeño, cotidiano. Aunque se registre en la mente como un
<<¡ajá!>>, no es un producto del pensamiento. Procede de otro
lugar, del ser. Así que el ser posee una gran sabiduría. Nos
llevamos una sorpresa, pues no estamos acostumbrados a funcionar desde esa sabiduría
que, aparentemente, surge de vez en cuando. Pero en realidad tu ser funciona
así todo el tiempo.
Hay muchas cosas que son relativamente ciertas, pero nada
procedente de la mente será verdad del todo. Cuando dejas de luchar, la mente
experimenta un gran alivio y toda tu orientación, en términos espirituales, se
desplaza del saber al ser.