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A través del trabajo mental (meditación, atención plena, relajación, imaginación activa), físico (yoga, respiración), energético y espiritual (Reiki, Magnified healing®, Registros Akáshicos, Técnicas Arcturianas) puedes desidentificarte progresivamente de tu drama interno y reconectarte con las dimensiones más elevadas de tu Ser. Te invito a que tomes esta vía.
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martes, 18 de junio de 2013

Profundidad - Capítulo del libro La Danza del Vacío de Adyashanti

Este texto corresponde al capítulo del libro La Danza del Vacío de Adyashanti. Un libro, que como todos los suyos, recomiendo por su enorme poder inspirador. Adyashanti tiene un cometido: Ayudarnos a despertar. En cada uno de sus libros, nos remueve hasta lo más hondo, para que nos animemos a tomar esa decisión que tanto está anhelando nuestro Ser: Despertar de este sueño profundo de ilusión e irrealidad. Total, si no hay sino esto que soy, ¿porqué seguir empeñándome en confundirme con esta personalidad que he creado? Aquí va pues, el texto: 


Profundidad

Nos podemos acercar a la espiritualidad de dos formas. La primera y más común, a través de un movimiento mental horizontal. Un movimiento horizontal significa que la mente se mueve hacia delante y atrás recopilando información. Es como si la mente llegase a una pared totalmente cubierta de escritos. Esta pared contendría todo tipo de enseñanzas, de prácticas, de obligaciones y prohibiciones. En general, la mente sólo realiza un movimiento horizontal por la pared, adquiriendo y acumulando cada vez más información, Se mueve a derecha e izquierda recopilando información, creencias, teorías etc. ¿Has conocido alguna vez a alguien que tuviera una mente así? Estas personas llega hasta los límites más lejanos de la pared: su mente se mueve horizontalmente recopilando información. Casi todo el mundo realiza este movimiento horizontal de recopilación de información, ideas, creencias, etc., esperando que pueda servirles a nivel espiritual. Pero la Verdad no tiene nada que ver con el conocimiento, sino con el despertar.

A nivel emocional hacemos lo mismo. Nos movemos por la pared horizontalmente, recopilando experiencias. Tenemos experiencias mundanas básicas, buenas y malas, y según avanzamos hacia la espiritualidad empezamos a tener experiencias espirituales. Al igual que con la mente, nos ponemos a pensar: <>. Lo que conseguiremos serán más experiencias, lo mismo que sólo conseguimos más conocimiento cuando la mente realiza movimientos horizontales: no conseguiremos ni libertad, ni Verdad.

Así que la mente, el cuerpo y las emociones participan en este juego llamado acumulación. Evalúan una pieza de conocimiento conceptual en relación a otra. <<¿Cómo se compara esto?>> Nos encanta comparar nuestras experiencias con las de los demás. <<¿Qué has experimentado tú? Vaya, yo no he experimentado eso sino esto, ¿lo has experimentado tú también?>> <>
Entonces el cuerpo emocional se pregunta: <<¿Es esto?, ¿es ésta la experiencia correcta? ¿Estoy teniendo la experiencia? ¿Por qué no tengo la experiencia?>>, El cuerpo-mente recopila más deberes, más técnicas, más de esto, más de lo otro.

La mente y el cuerpo tienden a seguir viejos patrones, realizando movimientos horizontales, recopilando hechos, enseñanzas, maestros, creencias y experiencias. Casi todo el mundo vive así: horizontalmente, en vez de verticalmente. Después incorporan ese movimiento a su vida espiritual. Pero la acumulación horizontal de conocimientos y experiencias es irrelevante: más información no equivale a mayor profundidad. 

Ahora, en este preciso momento, podrías darte cuenta de que no vas a conseguir nada de mis palabras; ninguno de los conocimientos absorbidos y acumulados por tu mente te conducirá a una profundidad mayor. Ninguno. Cero. Nada. Sólo conseguirás más movimiento horizontal. Sólo obtendrás más conocimiento. Tal vez quieras eso, tal vez no. Pero en  cuanto te des cuenta de las limitaciones de la mente, ésta se disolverá, pues tendrá que hacer muchas menos cosas. 

Cuando sobrepases la pared del conocimiento encontrarás una invitación a un estado trascendente que supera los límites de la mente; no es ningún estado regresivo previo al funcionamiento de la mente. La espiritualidad consiste en eso. En ir más allá de los límites de la mente.
 
Imagina que estás frente a una pared. Casualmente tiene una puerta. La abres y atraviesas la pared. Si quieres conseguir mayor profundidad, tendrás que renunciar a la pared que has dejado atrás. Si retrocedes, te agarras a la pared con una mano e intentas caminar con los pies, no llegarás muy lejos. Si quieres conseguir verdadera profundidad, profundidad trascendental, tendrás que tomar la decisión de relajar la mente. La mente dice: <>. Empezará a hacerse un montón de preguntas. <<¿Esto es seguro? ¿Es sabio? ¿Voy a hacer alguna estupidez?>> Como si toda la sabiduría estuviese contenida en nuestra colección de conocimientos. Normalmente la gente se siente muy segura a nivel mental y psicológico cuando atraviesa del todo su acumulación de conocimientos.

La mente no es capaz de comprender que puede haber una inteligencia verdadera, una inteligencia trascendente, que no resulte del pensamiento ni de la comprensión conceptual. No comprende que la sabiduría puede no aparecer en forma de pensamientos, de conocimientos adquiridos y acumulados.
La urgencia o el anhelo verdaderamente espiritual suele ser una invitación a ir más allá de la mente. De ahí que se haya dicho siempre que para llegar a Dios hay que ir desnudo. Es igual para todo el mundo. O entras libre de conocimientos acumulados o no podrás entrar nunca. Por tanto, una mente inteligente comprende sus propias limitaciones y, entonces, eso es algo hermoso.

Cuando dejas de aferrarte a todo el conocimiento empiezas a entrar en otro estado del ser. Comienzas a moverte en otra dimensión. En esa dimensión la experiencia interna se aquieta mucho. Aunque la mente siga parloteando en el fondo, ya no molestará a la conciencia. No tendrás la necesidad de detenerla. Tu atención atraviesa esa pared de conocimiento y pasa a un estado muy tranquilo.

En esta tranquilidad te darás cuenta de que no sabes nada, pues no estarás buscando en la mente el conocimiento adquirido. Esta tranquilidad es un misterio para la mente. Es algo desconocido. Cuando aumentes la profundidad entrarás, literalmente, en una experiencia más profunda de lo que parece un gran misterio. Es posible que la mente quiera entrar, pretenda saber lo que está ocurriendo y se ponga a definirlo todo, pero así no obtendrás mayor profundidad. El misterio seguirá desvelándose si se lo permites: si dejas de controlar.

Cuando dejas atrás el conocimiento adquirido, te das cuenta de que te quedas sin tu sensación habitual del yo. Ese yo existía únicamente en la acumulación de conocimientos y experiencias. Cuando dejas todo atrás ocurre algo muy interesante porque, literalmente, te desprendes de tus recuerdos. Dejas atrás lo que creías ser, las cosas en las que creías, la idea que tenías de tus padres y de todas las otras cosas que pensabas. El ayer desaparece. Entonces comienzas a notar algo muy interesante: eres capaz de dejar atrás todo eso y, sin embargo, sigues siendo, estás aquí mismo en este momento. De este modo, lo que eres adquiere aún más misterio.

Cuando te das cuenta de que puedes abandonar cualquier definición de ti mismo y sigues siendo, empiezas a ver que estos pensamientos tal vez no sean lo que tú eres. Es decir, ¿quién eres cuando no te estás pensando a ti mismo en la existencia? ¿Quién eres cuando abandonas todos los pensamientos, incluso los que se supone que no debes cuestionar, como: <>? Empiezas a ver que cuando no te piensas a ti mismo en la existencia, lo que crees ser deja de estar ahí, literalmente. Si este <> puede desaparecer de esa forma para volver a existir tan pronto como quieras, ¿es real?

En ese momento de comprensión habrás empezado a ir más allá de la pared de conocimientos acumulados. Después, si no redefines este momento ni lo empaquetas en ningún concepto, volviendo a pensarte en la existencia, tu verdadero estado empezará a hacerse presente. El verdadero Yo soy está increíblemente vacío. Está libre de todo lo que creías ser. No tiene límites. No tiene definiciones. Ninguna definición podría valer para definir lo que eres. Lo único que queda es conciencia, y ni siquiera, pues eso no es más que una palabra. 

Cuando veas lo que en verdad eres, no podrás aplicarle ningún concepto nunca más. Estarás tan vacío que sólo habrá conciencia. No existirá ningún niño interior ni ningún adulto. Ninguna de tus identidades existirá a no ser que tú pienses que existe. La conciencia podrá seguir mirando y viendo que el cuerpo existe, pero eso no le generará problemas a nadie. El problema es lo que añades después en la mente. 

Este vacío te permitirá empezar a degustar la experiencia del ser. El ser antes de que fuera algo o alguien. Y este milagro del ser es lo que está vivo y despierto, Es lo único que no necesita de la mente para existir. Para ser esta conciencia no necesitas pensar nada. Todo lo que hay en ti cambia, excepto esta conciencia. El cuerpo cambia. La mente cambia. Los pensamientos cambian, y mucho más rápido de lo que nos gustaría. La cantidad de conocimiento adquirido no importa, pues ese conocimiento no te traerá aquí más rápido. El ser es la única constante, aquello que siempre está despierto. 

Pero si vuelves al conocimiento acumulado de la mente encontrarás todo tipo de opiniones sobre cómo debería ser tu verdadera naturaleza, pues habrás leído mucho al respecto y habrás escuchado a muchos maestros espirituales; además, existe toda una mitología mística en torno a la Verdad. Cuando te das cuenta de que no es así, te llevas una sorpresa. Independientemente de lo que creas ser, no eres eso. Aunque tu concepto sea muy espiritual y místico, tú no eres ese concepto.

Cuando te deshaces del conocimiento acumulado, la identidad puede pasar del yo al no-yo. Cuando esto ocurre le damos el nombre de despertar espiritual. Pero esto no significa que no puedas utilizar tu conocimiento. El conocimiento sigue ahí para cuando lo necesites. Podrás volver a sumergirte en él cuando quieras usar el ordenador y para otras muchas cosas útiles. No perderás nada, excepto tu identidad falsa. No te convertirás en un idiota. No olvidarás cómo se atan los zapatos por haber comprendido que no eres quien creías ser. Pero a la mente le asusta esto. La mayor barrera para la realización son tus pensamientos al respecto porque los pensamientos crean imágenes del estado iluminado y esas imágenes sólo forman parte del conocimiento acumulado. Independientemente de qué imagen tengas de tu Ser verdadero, esa imagen no será la Verdad. Cuando puedas ver esto, experimentarás lo que está aquí mismo con facilidad. Simplemente lo que está aquí mismo: la conciencia eterna, el espíritu puro. 

Cuando comprendas esto en profundidad, no con la mente ni con la deducción lógica, sino a través de una iluminación directa, todo lo demás se volverá muy sencillo. Al poner el mundo del conocimiento conceptual en su sitio, lo trasciendes. Te das cuenta de que eres conciencia eterna bajo la forma de un hombre o de una mujer, de este personaje o de aquél.  Pero como todo buen actor, sabes que no eres quien pareces ser. Lo único que existe es la conciencia, Dios, el Ser o el espíritu que se revela a sí mismo. El Buda lo llamó no ser. Cuando lo veas, verás la Unidad. Sólo existe Dios. Es todo lo que hay: Dios bajo la forma de superficie, de ser humano, o de silla. 

Ningún conocimiento roza lo eterno, lo que en verdad eres, ninguna afirmación de la Verdad. Ninguna afirmación sobre cómo llegar ahí es cierta, porque lo que sirve para una persona tal vez no le sirva a otra. Una mente que quiera encontrar el único camino verdadero no podrá descubrirlo. Evidentemente, a la mente no le gusta eso. <<¿Acaso no existe ningún camino verdadero? ¿no podríamos decir nada ni leer nada que al final fuese cierto? ¿Es que ni siquiera el ser más iluminado puede hablar de la Verdad?>>

No. Nunca se ha hecho y nunca se hará. Lo único que puedes hacer es poner un indicador en la pared que diga <>. Una falsa flecha espiritual señalaría el camino y diría <aquí>>.
Una flecha auténtica te llevaría más allá de la pared de conceptos.

Los indicadores serán más o menos ciertos, pero independientemente de lo que digan, independientemente de cómo indiquen el camino, no dirán nada sobre lo que está más allá. Nada.  Porque en cuanto estás más allá, en cuanto eres lo que eres, no sirve nada más. Por eso muchos grandes maestros espirituales han dicho que no hay que saber nada. Para liberarse, para iluminarse, no hay que saber absolutamente nada y mientras sepas algo no estarás iluminado. En cuanto sepas rotundamente que no sabes nada y que no hay nada que saber, ese estado recibirá el nombre de iluminación, pues el ser es lo único que existe. Cuando hay unicidad, ¿de quién hay que saber algo? El Uno sólo sabe: <>. Éste es un conocimiento realmente despierto. Cualquier otro conocimiento es secundario. 

El conocimiento que se usa para un medio concreto o para un propósito concreto es estrictamente utilitario. Cuando empiezas a verlo, dejarás de buscar la Verdad en lo que sabes. A cambio, buscarás la Verdad en lo que eres, porque cuando descubres lo que eres, también descubres lo que es todo lo demás. Todo es el Uno. Te das cuenta de que no hay nada que saber y tu centro de atención se desplaza desde el pensamiento hacia el ser.

La sabiduría trascendental ha entrado en la mente de todo el mundo. Cuando te devanas lo sesos con un problema durante mucho tiempo y luego dejas de luchar, por alguna razón, y de pronto obtienes el <<¡ajá, eso es!>>, ¿dónde surge esto? La sabiduría se ha abierto camino. Podría tratarse de algo muy pequeño, cotidiano. Aunque se registre en la mente como un <<¡ajá!>>, no es un producto del pensamiento. Procede de otro lugar, del ser. Así que el ser posee una gran sabiduría. Nos llevamos una sorpresa, pues no estamos acostumbrados a funcionar desde esa sabiduría que, aparentemente, surge de vez en cuando. Pero en realidad tu ser funciona así todo el tiempo. 

Hay muchas cosas que son relativamente ciertas, pero nada procedente de la mente será verdad del todo. Cuando dejas de luchar, la mente experimenta un gran alivio y toda tu orientación, en términos espirituales, se desplaza del saber al ser.


1 comentario:

  1. Muchas gracias por esta cita. No sabes cuanto me ha ayudado e inspirado

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